Se me ha roto el arnés de Luc. Y le he tenido que poner un collar hasta que arregle su arnés.
¡Qué incómodo iba! Taanto tiempo con arnés, que habrá notado lo bien que iba antes.
No me ha gustado la idea de que vaya ligado notando una pequeña presión en su cuello. Y eso que la correa va siempre floja..
Y cuando llegamos a casa y le quito el collar. Me mira como diciendo: «Qué alivio»
¡¡Cómo me alegro de haber acertado hace años de haberle cambiado del collar al arnés!!
Como les digo a mis clientes: «Con una buena educación, da igual que lleven arnés. Los perros van relajados y nosotros contentos de que no les hacemos ningún mal en el cuello y demás»